viernes, abril 13, 2007

Presencia de los MMC eN 3º medio. Manipulación: ¿El que subordina es el subordinado?


Más allá de los consensos, la definición de la presencia activa de los MMC en la enseñanza media – en este caso en el NM3- suele ser últimamente, motivo de debate en el mundo de la educación. Hace algunas semanas, sostuve una conversación con una persona que piensa que la educación centrada en los medios, se basa solamente en el estudio de sus efectos manipuladores, en especial los de la televisión. En efecto, pude percatarme de que su idea de los medios en la educación es la de que éstos deberían, entonces, ocuparse realmente de analizar la manera en que la violencia, el sexo y el racismo representados en las distintas programaciones de los medios, tales como la radio, la televisión, revistas, periódicos, videojuegos, y más actualmente en Internet, se reflejan en el comportamiento de los alumnos. En consecuencia, un análisis causal. No obstante, hay otras maneras de tratar el efecto de los medios.
En el NM3, el subsector de lenguaje y comunicación aborda los medios de comunicación masivos a través de la dimensión argumentativa, es decir, a partir de la presencia de los mensajes de los mass media en el discurso argumentativo, además, obviamente, de los procesos de persuasión utilizados. El que los alumnos identifiquen las marcas de elementos tales como la persuasión, el convencimiento, las dimensiones retóricas presentes en diferentes mensajes emitidos por los medios, dará lugar a que juzguen de modo crítico el grado de verosimilitud de la información emitida y, posteriormente decodificada, que los soportes mediáticos generan mediante el tratamiento de lo que comunican, esto es, de sus géneros específicos. Es así que en 3º medio, adquiere fuerza (más que en los otros dos niveles anteriores, a mi juicio) la noticia como construcción de la realidad social, y la publicidad, la cual no constituye ninguna base o soporte, sino un elemento que se vale de los MMC, que los utiliza como forma de comunicación. En este caso, de forma reguladora, ya que quien comunica trata de ganar determinados círculos o al público en general, a fin de acercarlos a sus intereses sociales, económicos o políticos. La propaganda utiliza lenguaje retórico usualmente: la persuasión y el convencimiento (los alumnos deben diferenciarlos), lo que genera actitudes específicas para específicos públicos, para estereotipos instalados y por instalarse. En consecuencia, se puede decir entonces, que la publicidad vive de los medios, aunque a mi juicio, la relación es más simbiótica de lo que se cree.
De cualquier modo, no está de más decir que como efecto de lo anteriormente dicho, surgen situaciones importantes, que atañen directamente al alumnado: la relación de los medios con los diferentes públicos. Y claro está, ya que de ello se desprende la relación de los alumnos como audiencias diversas con los medios; la construcción de sus identidades en cuanto a la exposición de los estereotipos que se ofrecen y, sobre todo (y lo más importante) el aprendizaje de los estudiantes, condicionado por factores socioeconómicos y culturales, además del mismo condicionamiento que provoca el fenómeno mediático. Así, entre el encanto y el espanto, los MMC se han movido entre la desconfianza y la condena, más que entre la aceptación y el reconocimiento. No obstante, hay que recordar que desempeñan un papel importante en la educación y en otras áreas. Actualmente las identidades de los alumnos se configuran en el encuentro del texto escrito, con la imagen (que proyecta Internet) y la cultura popular; con el consumo comercial, la televisión, la radio, los recitales de música, y con las nuevas tecnologías que modifican, en consecuencia, la percepción que tengan de la realidad, del mundo en general, y de su entorno: familiar, de pares, académico.
Cualquier valoración por parte de los estudiantes responde, creo, a las exigencias sociales actuales que los mismos MMC se encargan de proyectar. Es así que mientras un alumno de clase pudiente accede a la información desde su casa –esto es, que interactúa con el medio informacional y comunicacional- un alumno de clase baja o “popular”, por así decirlo, posee un espacio limitado para acceder a la información, la que se da, generalmente, desde la escuela. La interacción que mantiene con la tecnología es pobre, tanto en el acceso como a la información que extrae. Si bien no está totalmente excluido de la cultura mediática y tecnológica, las instancias en que hay aprendizaje dista mucho de lo que se espera.
Se supone que los medios son siempre educativos, en la medida en que influyen sobre lo que los alumnos aprenden en el aula y sobre el modo en que lo hacen. Los medios, en este caso, “enseñarían contenidos” (sobre los conflictos en medio oriente, sobre el código genético, sobre los trastornos alimentarios, etc.) y también “conductas” (a comer adecuadamente, a hablar correctamente, a no descuidar el aseo personal), sin embargo, tanto los contenidos como las conductas emitidas, se orientan a determinar el conocimiento y el comportamiento del público blanco, de modo que el consumo cultural perjudica el proceso de enseñanza aprendizaje (bajo ese punto de vista).
A mi parecer, en la educación, y sobre todo en 3º año medio, los MMC entregan dos tipos de conocimiento: uno cognitivo y otro social. No es raro, entonces, pensar en que mientras un alumno “x” aprende contenidos al acceder a la información y al estar expuesto a los mensajes, aprende también prácticas sociales que más temprano que tarde adoptará como parte de su conducta cotidiana, tanto dentro como fuera de su vida académica.
En resumen, está claro que quienes “controlan” los medios y producen información, tienen ventaja respecto de quienes preferentemente sólo los consumen. De este modo, esta instancia es capaz de gestionar e influir en los comportamientos de las personas que viven en sociedad y para poder lograrlo, se valen de los medios; la publicidad de vale de los medios, y ésta del lenguaje. Cuando las culturas en contacto tienen diferentes fuerzas, es posible que una adopte en mayor grado los términos de la otra. Así, actualmente es posible ver un estilo de vida semejante en muchos lugares del planeta, incitado por los medios. En todo caso, resaltaré lo siguiente: como docentes no debemos bombardear a nadie con nuestro humanismo en vías de extinción a los efectos negativos de los medios, en relación con el consumo que los alumnos hacen de ellos; es mejor que generemos un espacio de verdadero análisis, de crítica, a fin de que haya espacio para una actitud intermedia y no extremista: algo así como entre la esperanza optimista y la catástrofe. Es mejor (considero) que no aceptar las ambivalencias, posibilidades, contradicciones y limitaciones de los medios. Pero por sobre todo, no hay que olvidarse de que las personas a las que educamos no son sólo consumidores compulsivos de la cultura mediática. Son personas con experiencias, con una vida en vías de construcción; con recuerdos, familias, credos, sentimientos y emociones, con lenguajes y costumbres que les dan voz propia. Algo importante para pensar. Revaloricemos y resignifiquemos nuestra labor.

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