¿Qué determina que una persona nazca o desarrolle ciertas habilidades que la hagan diferente y particular entre los demás? ¿qué elementos inciden y marcan el punto por el que se establece qué va a hacer cierta persona y qué no; para qué es buena y para qué es pésima? ¿en qué momento esa persona decide que no va a dedicar su vida a algo que no conlleva una recompensa cimentada en un camino lleno de luces y de colores propios de Prada o Gucci? Lo más probable es que si de acceso a las oportunidades económicas y socioculturales se trata, la mayoría de los ciudadanos de nuestro noble -tan noble como el chapulín colorado- país, que lee e invierte su tiempo en redactar una buena crítica, o un desahogo, en 140 caracteres, aceptará que el asunto no pasa por no tener un nivel óptimo de la lecto escritura. Tampoco pasa por no apoyar la reducción de horas de una asignatura, sino que pasa por el PODER realizar una acción que posibilite un verdadero cambio en la configuración de las "oportunidades" en este pedazo de continente. No basta con tener la factibilidad de, virtualmente, hacer un seguimiento de los razonamientos y reflexiones de quienes sí tuvieron las oportunidades y las utilizan actualmente para ejercer presión y soberanía sobre millones de habitantes cuyo mayor logro es poder mantenerse informado y criticar. No basta con entrenar el oído ante cada declaración del gobierno y mofarnos de los dichos. No basta con haber adquirido la capacidad de comprender los discursos, de memorizar las promesas, los compromisos, y, definitivamente, no basta con aceptar que las leyes no puedan modificarlas quienes las maquinan y las legislan. Eso no es un pretexto para avanzar.
Obviamente, eso sí, hemos ido avazando en el nivel de comunicación. Ya sea que la gente se proclame DC, PRO, PS, etc., hay un interés curioso y particular por informarse y comentar. Antaño era casi imposible que dentro de un grupo de 10 personas 5 pudieran construir un enunciado relacionado con lo que acontecía con el país. Quizás, en cierto modo, sí era positivo un cambio; esa "nueva forma de gobernar" que tantas úlceras provoca en los señores mayores de 60 años, y tanta ira engendra en las generaciones más jóvenes, se ridiculiza así misma con sus acciones y agudiza los sentidos de atención de los ciudadanos. Desde el niño de educación general básica que repite y se burla las palabras mal dichas, desde el estudiante secundario que reflexiona sobre las reformas educacionales, desde el estudiante universitario que aprovecha esos maravillosos 140 caracteres para decir lo que piensa, hasta las pobladores protagonistas del abatido Concepción, todos hemos adquirido la necesidad de comunicarnos, de compartir información, de saber, de ser sarcásticos, de dejar de lado ese sentido común chileno, apático, poco creativo.
Estoy convencida de que poco a poco, no perdonaremos esas series de arreglos misterios, esos designios que Universidades extranjeras -y mal intencionadas- han internalizado en las autoridades actuales y que aplican con tanta simplicidad, como si en toda su formación académica, hubiesen dedicado un semestre a la actuación. Me inclino por un país cuyos estudiantes tendrán mejores opiniones y propuestas para debatir, por personas cada vez más capaces de atender a los discursos, de revertir el punto desde donde se ejerce el poder verbal, donde no se "cerebre" un aniversario post terremoto, o donde el mejor lugar para dejar fluir las cosas no sea Brasil.
Y en todo caso, ojalá no vaya por esos lados la Doña a declarar inhabitables las casas de los pobres Brasileños.